Decir que es una belleza se queda corto.
A ella me la entregó César el verano siguiente, a cambio de uno de los primeros cachorritos que tuvieran Ron y Zuri en mi casa, Zurialaba. Era un momento vital complicado. Necesitaba un motivo para reconciliarme con la Vida, con mi casa, conmigo misma, en definitiva. Y ella ha cubierto sobradísimamente esa necesidad. Y cada vez que me marca y me reconoce como suya, me hace inmensamente feliz. Y cada vez que la acaricio y me comparte que va a ser mamá, vuelve a reconciliarme con las estrellas.
¡¡Salud!!
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