domingo, 24 de noviembre de 2013

Cuento para explicarles a los niños algunas cosas complicadas: Bakarilunduna KATIUAK 'ES 2013, Camada B / Yuri

Hubiese querido escribirlo antes, porque siento que he tenido tan poca oportunidad para disfrutar a mi peludito, que me encuentro en deuda con él. Nació a finales de agosto y el disgusto de su parto y el estrés de principios de curso se ha ido llevando esos preciosos momentos...


Preciosa foto que le hizo la tata con la tablet el último finde que compartimos tod@s en Nájera


He comentado alguna vez que me resisto a ponerles nombre, a buscarles nombre, a tropezarme con su nombre al doblar una esquina porque sus hermosos nombres los individualizan y unen a mí por siempre, mientras el alzheimer nos respete. Porque a partir de ese momento, cuando los recuerdo se llaman Zurialaba, Admiral, Khalessi, Adur, Argiduna, Zuriñe, Lizar, Azaro y ahora Bakarilunduna, el único duende de la luna, van unidos a las familias que se los llevaron de mi lado, y son algo más que mis ositos y ositas.

Cuento para explicarles a los niños algunas cosas complicadas.


A ell@s también les gustan los cuentos; Bakar / Yuri, una foto en casa de su nueva familia.

En las noches de luna llena, si permaneces callado y atento, verás saltar los azulitos en la luna.

Todos los gatos son hijos de la luna, pero los azules, con su manto de cielo mantienen una conexión especial con ella. Nunca han terminado de irse de su lado; el pelo de plata y los ojos verdes dan fe de ello (como todo el mundo sabe, la luna tiene el pelo de plata y los ojos verdes, rasgos que brinda a tantos de sus hijos, lamias, anjanas, meigas, gatos...)

Hay tres, dos machitos y una hembrita, especialmente traviesos. Yo lo sé, porque he solido verlos: Saltando de cráter en cráter, levantando nubes de polvo, haciendo nuevas rampas para deslizarse amontonando rocas con sus colas-plumero...

Un amanecer, al más locuelo de ellos, se le ocurrió visitar la tierra. Mirando mirando desde la luna había descubierto la más dulce de las mamás azules y más hermosote de los azules macho. Y tuvo ganas de atusarles los bigotes y cazarles los rabos. Y allá que se lanzó a la aventura y arrastró en la caída a sus hermanos.

Tanta velocidad tomaron en el impulso que se llegaron demasiado temprano, al mediodía de un 27 de agosto caluroso y nublado.

Ese día la luna en su camita de nubes no conseguía descansar tranquila, vuelta a derecha, vuelta a izquierda, un ojo medio abierto, el otro sin cerrar.
- ¿Y los niños?, ¿dónde andarán mis azulitos que no los oigo trastear?-. Y de repente, se despertó sobresaltada -¡Ay, yo diría que los oí llorar!-.
Y envuelta en su bata de plata corrió a buscar al sol para que la dejara mirar.
Sí, allí estaban, pobrecitos, en medio de Nájera, ateridos y sin maullar.
El viaje fue rápido y brusco. La llegada, fea y mortal.
La luna bajó presurosa. Envolvió entre los pliegues de la bata a la damita y al capitán. Y dejó al locuelo que aún quería guerra con el papá y la mamá.

Por eso, en las noches de luna llena, si permaneces atento y callado, verás saltar en la luna un azulito y una azulita, que se persiguen los rabos sin parar.
Pero a veces, se quedan quietos. Miran a Nájera y ahora ya, hacia otro lugar. Es entonces cuando velan los sueños y acarician, desde el regazo de su mamá, las orejitas plata de su locuelo hermano, que ha decidido quedarse, por acá abajo, trasteando y llenando de vivencias azules una casa cerquita del mar.



Bakarilunduna, el único duende de la luna que decidió quedarse acá abajo, Yuri, descansando en casa de su nueva familia. Es especialmente significado que la peque de la casa eligiera este nombre para él. (Como todo el mundo sabe, niños y gatos tiene una conexión especial...)

Mi querido Bakar, que tengas una vida larga y feliz en casa de quienes tanto te han deseado.



viernes, 8 de noviembre de 2013

Lizar KATIUAK' ES 2013, Camada A

Del cielo bajó una estrella...


para quedarse con nosotros.

Tengo necesidad de que mis azulitos se nombren en euskera. Aún hoy no sé por qué: porque son sueños de niñez, por morriña de terruño, porque en mi pronunciación euskérica, que escandalizaría seguro, a cualquier euskaldun zaharra, me gusta como se me enredan y chocan los sonidos en la boca, dejando un gusto palatable y metálico, untuoso y tostado, como de café, como de gato, como de la cocina de mamá de entonces...

L@s peques, cuando nacen, no tienen nombre. Se llaman osit@s, porque ositos parecen, porque el nombre va viniendo sin prisa.

Tiene que pasar muchas cosas, muchos besos y muchas caricias, y también puede que alguna riña. Pero llega.

Recuerdo que su hermanita, Azaro, de capa más oscura, fue primero, porque llevaba Noviembre pintado en la piel...

Pero Lizar... Lizar era una bolita de pelo, cálida y mimosa, una estrellita de color humo, de color ceniza... Y se me fue el pensamiento con ella en el regazo, a una cena con amigos, en una sociedad, en Lizarraga, hace muchos, muchos años, que terminó disfrutando de pan con queso tostado en la brasa de la chimenea... Y busqué Lizar, y Lizar es ceniza, y Lizar es estrella. Y Lizar se llama mi peludita.

En su nuevo hogar, con su nueva familia conserva el nombre. A ellos les trae al presente a alguien especial. De eso se trata, de que nuestros azulitos llenen con su hoy los ayeres de nuestra vivencia...

¡¡Salud!!