viernes, 8 de noviembre de 2013

Lizar KATIUAK' ES 2013, Camada A

Del cielo bajó una estrella...


para quedarse con nosotros.

Tengo necesidad de que mis azulitos se nombren en euskera. Aún hoy no sé por qué: porque son sueños de niñez, por morriña de terruño, porque en mi pronunciación euskérica, que escandalizaría seguro, a cualquier euskaldun zaharra, me gusta como se me enredan y chocan los sonidos en la boca, dejando un gusto palatable y metálico, untuoso y tostado, como de café, como de gato, como de la cocina de mamá de entonces...

L@s peques, cuando nacen, no tienen nombre. Se llaman osit@s, porque ositos parecen, porque el nombre va viniendo sin prisa.

Tiene que pasar muchas cosas, muchos besos y muchas caricias, y también puede que alguna riña. Pero llega.

Recuerdo que su hermanita, Azaro, de capa más oscura, fue primero, porque llevaba Noviembre pintado en la piel...

Pero Lizar... Lizar era una bolita de pelo, cálida y mimosa, una estrellita de color humo, de color ceniza... Y se me fue el pensamiento con ella en el regazo, a una cena con amigos, en una sociedad, en Lizarraga, hace muchos, muchos años, que terminó disfrutando de pan con queso tostado en la brasa de la chimenea... Y busqué Lizar, y Lizar es ceniza, y Lizar es estrella. Y Lizar se llama mi peludita.

En su nuevo hogar, con su nueva familia conserva el nombre. A ellos les trae al presente a alguien especial. De eso se trata, de que nuestros azulitos llenen con su hoy los ayeres de nuestra vivencia...

¡¡Salud!!

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