miércoles, 24 de julio de 2013

Azaro / Goa

Noviembre es el mes más largo del año. Los días son cortos, grises, fríos y húmedos. Las noches son largas, demasiado largas y pobladas de ausencias, entre un octubre que termina triste y un diciembre navideño que no parece llegar desde hace... ¡uf, tantos años!.

No recuerdo quién me enseñó a mirar por la ventana y dibujar la silueta de un gato con el dedo. Sí recuerdo quién me reñía: mamá. -Te voy a dar un trapo...

Noviembre está plagado de cuatro niños que se aburren en la cocina, de esa frase y de siluetas de gatos grises con reflejos esmeraldas: El cielo plomizo de mi terruño y la hierba, otra vez brillante, pues las hojas de los árboles se las va llevando el viento, justo antes de que el trapo que nunca terminó de darme mamá borrara el entretenimiento...

Y noviembre tiene otra cosa hermosa, junto con este recuerdo. Noviembre se dice Azaro en euskera. Y es una palabra que 'sabe', porque las palabaras saben, ¿sabes?, gustosa. Fuerte, porque suma 'a's y 'o' y delicada, porque la brusquedad de la 'z' se transforma en 's' de terciopelo, en ésta, mi otra lengua.



Azaro se llama Goa en su casa. Goa, con 'a' y con 'o', también suena fuerte (gora) y, quitándole la 'r', delicado a un tiempo Goa se corresponde con un lugar paradisiaco en India que publicitan como la Perla de Oriente.

Pues eso, txikitxo, que tu vida sea, cual junco, delicada y fuerte.
¡¡Salud!! y Suerte.

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