sábado, 17 de febrero de 2018

Almendro florecido en invierno

No pensaba poner fotos en esta entrada, pero otra vez, he cambiado de opinión.


                        Imagen extraída de
https://www.flickr.com/photos/joseangelrodriguez/4359818849

Buscaba la imagen del almendro en flor rodeado de nieve, que para mí es la concreción de la fría belleza del error y encontré ésta. La leyenda de Fílide y Acamante que narra el autor pone ternura y calidez a esta sensación: la fría belleza del error. Si les cansa leer, en el siguiente enlace pueden escucharla:

https://www.youtube.com/watch?v=iUBTwJhUeyc

Este febrero va siendo un mes terrible. He metido la pata extraordinariamente y sólo tengo el triste consuelo de que todo cuanto hago en relación con mis gatos, con mi perra, con mis hijos, con mi pareja tiene el propósito último de mantener o mejorar su bienestar. Pero a veces me equivoco. Errare humanum...

Decidí que Hasi estaría mejor en la recta final del embarazo sin Tximist a su alrededor y de paso, probar si Tximist podía desagatarse y volver a humanizarse, como cuando tuvo a sus bebés, con nuestras atenciones constantes encima. Mi gran baza era mi hijo Samuel, su humano preferido. Y cuando la vi tumbada en el suelo, dejando que le rascase la pancita nada más llegar a casa, creí que había acertado. Craso error. La noche del 5 de febrero, Tximist saltó del balcón y no la hemos vuelto a ver. En estos últimos 12 días de preguntar y buscarla por Oyón, los días más fríos de este frío invierno, me he agarrado el catarro de la década y no he tenido ningún otro resultado. Parece que se la haya tragado la tierra.

Mientras en Nájera, Hasi tenía sus bebés. 5, ¡5!, bebés perfectos. Pero cuando llegué, ya no pude hacer nada.

Fue un parto duro, había demasiado restos de sangre en la cama. ¡Si es que ella es más chiquitina que Zuri cuando me la regaló César!. Más chiquitina por edad y por tamaño. Y ha tenido ¡5! bebés. Fue un parto duro, fue un parto sucio y seguro que fue un parto largo. Los bebés estaban lamidos, pero creo que se quedó sin fuerzas.

Cuando el almendro florece demasiado pronto, puede perderse el fruto. Éste es el primer invierno de verdad en no sé cuántos, con días de frío intenso, con nevadas repetidas. Febrero es el mes de los gatos, las gatas entran en celo con la proximidad de la primavera y no sin empezar el invierno, con la llegada de los días más largos y con más horas de luz. Y los gatines nacen, como tantos otros cachorros, avanzada la primavera. Hay cosas contra las que nada podemos. La naturaleza es tan sabia como cruel, desde nuestro baremo humano.

Never a failure, always a lesson. or never stop learning because life never stops teaching.

Pasé 72 horas muy fastidiada. Recordé a Nahia, bueno, no. A Nahia no la recuerdo, nunca se me olvida. Recordé a los Gandhis. Recordé a César diciéndome que me regalaba a Ron porque había perdido varios bebés de seguido y le resultaban insuperables las emociones. Recordé los bebés mix azul ruso del 2010 que trajo Zuri cuando llegó a mi casa, y que perdí por inexperiencia aprendiendo de paso la primera lección cruel de la cría: vas a recordar lo que es perder un bebé. Ah, no, que hay cosas que no se olvidan... Recordé mi primer azulito perdido en la camada del 2012, cuando recordé otra vez, que la muerte huele dulce. Recordé los hermanitos de Bakar en 2013, cuando constaté que tal y como pensaba con una camada al año para Zuri era más que suficiente y recordé, de paso, que sabía escribir cuentos. Recordé el azulito inesperado y perdido de noviembre del 2015, cada dos años parece que Zuri estaba más fuerte. Recordé a Mario y su quien no se consuela.... Recordé a Rafa, hablándome de su última camada y aprendiendo, de paso, que este año no me ahorraré el dinero de la vacuna de la leptospira para Najma. Recordé mi compromiso de amor con Zuri, y otra vez que toda cruz tiene su cara y que unas veces, es sólo cuestión de darle la vuelta a la moneda y otras, de volver a lanzarla al aire.

Hablamos con más tranquilidad, me habéis dicho.
Vamos a dejar pasar unos días, que todo se asiente.

Hasi es una gatita que nunca había estado sola. Ergo, no sabe estar sola. Llama poderosa y desesperada hasta que la atiendes. Al fin, como tantas otras razas, la azul ruso tuvo que echar mano de genes siameses para poder permanecer cuando los ejemplares escasearon con la II Guerra Mundial. Y Hasi desde chiquita los revela, con voz más poderosa aún que la de su madre.

Fue un gran error, Zuri. No vamos a olvidarlo.
La cría engancha. Y el amor, más.

Zuri, mi gata o las cosas que nunca se olvidan

¡¡Salud, EDDEM!!

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