viernes, 24 de mayo de 2013

Admiral, nuestro primer azul II


Ayer repasaba todos los papeles que genera KATIUAK' ES, porque ya estamos inmersos en la tramitación de los pedigrees para los preciosos KATIUAK' ES 2013.

Y como un poco diógenes que soy, volvía a acariciar la cartilla de Admiral, nuestro primer azul. Sí, la conservo. La conservo como toda la documentación resultado de esos días: los comunicados de la empresa, el atestado que presentó la encargada en la comisaría de Logroño, la tasación del veterinario, las facturas de parking, carteles, fotocopias,... En fin, ya os he dicho que soy un poco diógenes. Y los muchos otros trámites de los que no queda constancia: El intentar personalmente denunciar los hechos y no poder hacerlo porque previamente lo habían hecho sus anteriores propietarios, la noche primera y las noches después que pasé buscándolo, las conversaciones con las personas de la zona, pegando carteles y preguntando.

-¿Azul Ruso? ¿Un gato azul? ¿De verdad existen los gatos azules?- Era una niña con sus padres y su hermanito en silla de paseo, que no pudo abrir más los ojos a la vista del cartel ante tan extraña posibilidad.
-No, es más bien gris. Pero si lo ves, seguramente lo verás pasar corriendo y la sensación que te puede dar es que es de color azul, como en la foto...

En fin. Fueron días duros. Y mucha sensación de impotencia. Mucho pensar en un gatito que nunca había salido de su casa, que debió pasar de los brazos de sus dueños a los míos, y de repente se encontraba lejos de 'su familia', en medio de la ciudad, personas desconocidas, ruido, coches... Y mucho enfado. Sobre todo contra la empresa de transporte. Y muchas ganas de tirarle una piedra a su inmensa cristalera en la que ni por un momento apareció la foto del gato, ni una mención al hecho...

En esos días también, llamé y visité la antigua perrera, donde ya habíamos estado otras veces, para que conocieran de viva voz el caso y dejarles el teléfono. Igualmente llamamos a las clínicas veterinarias que se anunciaban en las guías, por si alguien les hacía llegar un gatito con esas características. La respuesta fue pobrísima: sólo una veterinaria, una señora, Yolanda, creo, con clínica en Paseo Deportivo, que no sé si aún está, incluso me devolvió la llamada que dejé en el contestador, prestándome toda su atención y ayuda. Y a través de interné, nos dirigimos a las protectoras y publicamos anuncios de socorro. Así contacté con Rosa, de Perrygatos, a quién recientemente, he tenido la suerte de llegar a conocer.

Luego un día, crucé los dedos. 'Es un gato', pensé, 'Confía'. Y en la zona, además de la Avenida Jorge Vigón, hay cerca casas con jardín, las calles perpendiculares tienen mucho menos jaleo y direcciones de tráfico únicas, el descampado de lo que fue el Hospital San Millán... Crucé los dedos.

Y fue por interné también que al cabo de un mes, más o menos, leí el anuncio de Lourdes. Había visto un gato gris, por una calle cercana. Llamé, quedamos y ¡fíjate!, había pasado un mes y el sitio donde ella lo vio, no distaba 800m. de la oficina de transporte. Pero aunque volvimos otras tardes-noches y pusimos de nuevo carteles donde se habian caído, o los habían hecho caer, no hubo manera. Admiral no apareció.

Como no he desistido en mi empeño, y mis conocidos lo saben, cada cierto tiempo me llegan anuncios y no dejo de llamar.

Hace un año, más o menos, la larga conversación que mantuve con la persona que anunciaba haberse encontrado un cruce de azul ruso y lo daba en adopción, y que resultó ser la criadora de Caniches de Logroño, me volvió a dar una gran alegría. Una familiar suyo por aquellos días, habia estado acariciando en una parada de autobús de la zona a un gatito supermimoso al que no se llevó con ella porque ya tenía otro u otros gatitos en casa.

Volvimos a retomar conversación, Lourdes y yo, y concluimos en un cálido abrazo, esta vez cibernético, que al igual que Ron, Mina y Zuri llegaron de forma extraordinaria a consecuencia de aquel lance a mi vida, Admiral había tenido que encontrar una familia hermosa que lo acogiera y lo quisiera como sólo un azul ruso sabe hacerse querer.


Con ese convencimiento, agradecida por el amor de mis peludos y la experiencia única de poder criar, escribo estas líneas, deseando que quien te disfrute te colme de atenciones y cuidados.


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